¡Poner los ojos en el Cielo!

Maria
November 1, 2006

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BN 1185 3608 DF/MM/MC OCT. 2006

Carta de María

Amores míos:

1. Últimamente el Señor está hablando mucho de que si miramos más hacia el futuro, si damos un paso atrás y contemplamos más el panorama general, si ponemos más los ojos en el objetivo, nos resultará más fácil sobrellevar las batallas actuales.

2. Es una cuestión de perspectiva. Si solo se fijan en lo que ocurre a su alrededor en este momento, la vida puede parecer bastante difícil. Eso no solo le pasa a la Familia‚ sino a todo el mundo. Edison tuvo que hacer más de mil experimentos antes de producir una bombilla eléctrica que funcionara. Casi todos esos fracasos debieron de ser bastante decepcionantes y difíciles. Pero ¿qué habría ocurrido si hubiera perdido de vista el objetivo y se hubiera rendido después del fracaso número 998? No habría creado la lámpara incandescente y habría derrochado dinero, tiempo y esfuerzos.

3. Pablo dijo algo que a todos nos convendría tener en cuenta: «Si la esperanza que tenemos en Cristo fuera sólo para esta vida, seríamos los más desdichados de todos los mortales» (1Cor.15:19). Es decir, que tenemos que ver más allá de lo que enfrentamos hoy en día, y fijarnos en el objetivo a largo plazo, en los galardones, la felicidad y el alivio de la batalla. Tenemos que fijarnos en el momento en que alcanzaremos la victoria, y eso nos dará las fuerzas para seguir adelante. Todo ello es parte de poner los ojos en el Cielo.

4. Hace poco pedí al Señor más explicaciones sobre lo que significa poner los ojos en el Cielo. Creo que encontrarán muy alentadoras y motivadoras las respuestas que nos dio. Conforme se esfuercen por ponerlas en práctica y por tener más presente la perspectiva celestial en sus pensamientos, oraciones y forma de ver la situación estarán más contentos y tranquilos.

5. ¡Tenemos tantas maravillas por delante! Nos esperan muchísimas recompensas. ¡Podemos pasárnosla en grande esperándolas! Si lo hacemos‚ los baches de cada día se harán más fáciles de sobrellevar.

Cariñosamente en nuestro Esposo, que ha ido a preparar un lugar para nosotros,

Mamá

6. (Jesús:) Poner los ojos en el Cielo significa apartarse un poco de las razones pequeñas y cotidianas por las que hacen lo que hacen y recordar el panorama general de por qué están en la Tierra para empezar y de lo que deben lograr mientras están en ella. Es recordar que son embajadores de Mi Reino‚ que se los envió a la Tierra por un tiempo muy breve y pronto regresarán a un lugar donde todas las batallas, dificultades y problemas dejarán de importar y no tendrán consigo sino lo eterno y duradero.

7. Poner los ojos en el Cielo también es recordarme; recordar Mis promesas de amor y consuelo para ustedes y de todo lo que les tengo reservado para cuando termine esta vida. Es lo que quise enseñar a Mis primeros discípulos cuando los animé hablándoles de las muchas moradas de la casa de Mi Padre y diciéndoles que aunque partiría, pronto estarían en el lugar a donde me dirigía y que estaríamos juntos otra vez (Juan 14:2-3).

8. Todo lo que diga es poco para recalcarles la importancia de conservar esa perspectiva y expresarles cuánto me entristece que algunos de ustedes pierdan a veces de vista el objetivo celestial al envolverse tanto en los afanes y pruebas de la Tierra. Su existencia actual es pasajera; su vida no es más que neblina. Muy pronto, muchas de las cosas que les parecían tan difíciles y problemáticas desaparecerán‚ y en su lugar recibirán coronas de vida y recompensas eternas por haber aguantado con valor y no perder el rumbo ni la fe.

9. Pero cuando se olvidan de eso, todo puede parecerles muy desalentador y difícil. Yo mismo comienzo a parecerles muy distante, me veo relegado a su subconsciente y la promesa de que volveré y los recogeré en Mis brazos les parece de muy lejano cumplimiento.

10. El Enemigo quiere quitarles su razón de vivir. Su razonamiento carnal trata de apartarlos de Mí. Cuando se olvidan del panorama general, puedo parecerles muy pequeño e insignificante y todo lo carnal y lo mundano les parece muy importante y vital.

11. Por eso deben mantener los ojos fijos en el Cielo y en Mí. Deben recordar que si tienen en cuenta la alegre eternidad que pasarán conmigo, los sufrimientos del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que ha de manifestarse en ustedes y ante ustedes (Rom.8:18).

12. Es preciso que recuerden que todo lo que ocurre en su vida tiene una razón, un plan y un propósito. Todo lo he planificado, preparado y permitido a fin de que cuando regresen a Mi plano hayan aprendido valiosas enseñanzas y adquirido habilidades y conocimientos que no habrían obtenido de otro modo.

13. No hay nadie que durante su vida en la Tierra haya visto todo el panorama o comprendido de lleno la razón de su existencia, por qué llegó a la Tierra o por qué existe ésta siquiera. Aunque muchas personas lo han entendido hasta cierto punto, en estos momentos‚ como dice Mi Palabra, ven «por espejo, oscuramente» (1Cor.13:12). No entenderán los conceptos más grandes hasta el fin de su vida en la Tierra, cuando Yo por fin lo revele todo y dé a conocer Mis planes. De todos modos, hasta entonces hay mucho que sí saben, y ciertamente es lo suficiente como para que elijan y decidan con acierto basándose en ello.

14. Gracias a la información que tienen ahora mismo saben que es importante para Mí que mientras estén en la Tierra me amen y guarden Mis mandamientos, que amen al prójimo como a sí mismos y aprendan lecciones de amor, que ganen tantas almas y discípulos para Mi Reino como puedan e impartan a sus hijos una instrucción positiva para la eternidad. Esas cosas, y las lecciones y el estudio que les permiten llevarlas a cabo o que apoyan a quienes lo hacen, durarán para siempre. Aparte de eso, no hay mucho que importe.

15. Por consiguiente, deben hacer una pausa de vez en cuando y fijarse en lo que están haciendo que tenga que ver conmigo y con la eternidad. Piensen en lo que tienen planeado para hoy y pregúntense a sí mismos si valdrá la pena por la eternidad, si se trata de algo que podrían llevarse consigo cuando abandonen la Tierra, o si pasará y se perderá. Se alegrarán cuando se den cuenta de que aquello a lo que dedican su vida es eterno, perdurará, y que con ello no solo cumplen Mi suprema voluntad, sino que cosechan beneficios que durarán para siempre en el mundo venidero.

16. Mi Familia, ustedes trabajan por lo que no se desvanece, por lo que valdrá la pena por la eternidad. ¡Deberían alegrarse de ello! Cobren ánimo sabiendo que emplean el tiempo de la mejor manera posible y que, a pesar de la limitada información que les he revelado sobre su misión en la Tierra, están sacando el máximo provecho a su tiempo y me hacen muy feliz.

17. Tengan por seguro que cuando esta vida llegue a su fin les espera un Cielo lleno de recompensas y bendiciones por su fidelidad. Pueden tener la certeza de que los amo y de que a medida que trabajan para Mí, me agrada y me entregan uno de los mayores obsequios —que su fe no dependa de lo que vean o entiendan—, aprenden una de las lecciones más importantes del universo que los beneficiará en la otra vida.

18. Sepan también que muchos de los sufrimientos, dificultades y tristezas que los molestan ahora terminarán muy pronto. Sepan que en Mi Reino no hay pena, soledad, dificultades, enfermedad, preocupación, muerte, falta de amor ni ninguna de las cosas que tanto pueden pesarles ahora. Teniendo eso en cuenta, pueden afrontar con mayor felicidad sus penas y dificultades del presente, sabiendo que pronto desaparecerán. Mientras tanto, les he prometido que Mi gracia les basta, y pueden negarse a permitir que lo terrenal les impida obtener mientras estén acá lo que realmente perdurará.

19. Eso es poner los ojos en el Cielo, hijos Míos. Es saber que hay un mundo mucho mayor y lleno de amor, recompensas, sentido y felicidad, justo después de este en el que viven, luchan y trabajan hoy en día. Deben vivir para esa segunda vida, el mundo del más allá, en vez de para la actual, esta corta temporada, esta neblina. Cuando ven desde la perspectiva celestial, recuerdan lo que tiene verdadera importancia y aquello por lo que vale la pena vivir y preocuparse. Eso los motiva y permite que puedan dejar de lado lo que es demasiado insignificante o sin sentido para permitir que entre en su vida o los frene.

20. Comparado con la eternidad, todo se ve en su debida dimensión. Qué reconfortante puede ser recordar que por muy dura que se nos haga una batalla, la vida en la Tierra no es más que una gota en el mar. Lo que les resulte difícil en la Tierra no lo será en el Cielo‚ y se alegrarán en el alma de haber aguantado y luchado con valor.

21. No perder la perspectiva celestial es fácil; ¡basta con tener fe! Alimenten su fe con la Palabra y acepten lo que dice sin cuestionarlo. Crean cada una de Mis promesas y sepan sin sombra de duda que todo lo que he dicho es verdad y se cumplirá.

22. También tienen que parar de vez en cuando a meditar en estos asuntos. Es bueno que se tomen unos minutos para hacer una pausa —a lo mejor en sus ratos de Palabra o intimidad conmigo— y pedirme que les ayude a recobrar la perspectiva celestial. Y luego pueden comenzar a pensar en todo lo que acabo de decir.

23. Piensen en lo que les ha causado dificultades o apuros y recuerden que pronto, en lugar de eso, y obtendrán una recompensa por su valor. Piensen en lo que perdurará en el mundo venidero y pregúntense si lo que hacen hoy, o esta semana, contribuye a forjar algo eterno que seguirá siendo importante cuando abandonen la Tierra. Piensen en lo que aman o lo que les importa en estos momentos; ¿los acompañará en el mundo venidero? ¿O es algo temporal y mundano que habrá de pasar?

24. Cuando piensen en estos temas verán que les nace el deseo de cambiar de forma de vivir o de hacer ajustes en aquello a lo que dan importancia‚ basándose en la eternidad y en Mí, en vez de en sus propios deseos o aspiraciones. Así sabrán si viven para el Cielo o para el mundo.

25. Cuando no se tiene la mira en el Cielo‚ uno se preocupa más por sí mismo; por su propia felicidad, comodidad, fama, riquezas y orgullo. En cambio, cuando vive para el Cielo, Yo vuelvo a ser lo más importante y recuerda lo vano y pasajero que es buscar la propia satisfacción durante el corto tiempo que se está en la Tierra.

26. Cuando tienen la mira en la perspectiva celestial no tienen que preocuparse por si siempre estarán trabajando, sirviendo, esforzándose‚ batallando y pasando por tantas duras experiencias sin un galardón a la vista. Cuando tienen los ojos en el objetivo y no pierden la fe, saben que todo lo que he prometido se hará realidad un día y que vivirán con más esplendor y gloria que todos los reyes de la historia juntos. Si tienen en cuenta todo lo que les espera en el Reino de Dios, servirme con diligencia y pasar por unas cuantas pruebas y penalidades durante unos años relativamente cortos no se hace tan duro ni mucho menos.

27. Como dije a Mis discípulos: «Si así no fuera, Yo os lo hubiere dicho» (Juan 14:2). Lo que les digo es cierto, es verdadero. En efecto, se alegrarán de haber vivido para Mí y no para sí mismos. Verdaderamente resplandecerán como las estrellas si fueron entendidos y enseñaron a muchos la justicia (Dan.12:3). Es cierto que se alegrarán por la eternidad por todas las veces que dejaron de lado su propia voluntad y me dijeron que sí. Y es cierto también que un día lo terrenal lo considerarán basura comparado con las riquezas eternas del Cielo (Fil.3:8).

28. Estas promesas no son un mero aliciente sobrenatural con el que los tiento. Les digo la verdad‚ y pueden probar algunas de esas bendiciones ahora mismo y comprobar la veracidad de Mis promesas poniéndome a prueba, viviendo para la eternidad, fijando los ojos en el Cielo y viendo que puedo dar a su corazón una muestra del Cielo ahora mismo.

29. La sensación que sienten cuando su vida se ajusta a Mi voluntad y subordinan su felicidad a Mis planes es una muestra del Cielo en su corazón, una señal de las bendiciones que recibirán en la vida venidera; la certeza de que me hacen feliz y hacen algo que realmente vale. Nada de lo que ofrece el mundo puede superar eso. ¡Ya han superado lo mejor que tiene!

30. La vida es corta, amores Míos, y aunque pronto volverán a estar conmigo, quiero hacerles lo más agradable posible el tiempo que les queda en la Tierra y bendecirlos tanto como me lo permitan. Pero para que eso sea posible no pueden vivir para sí mismos ni vivir con la meta de facilitarse la vida. Al contrario‚ deben vivir por el prójimo, por los perdidos y por Mí. Cuando lo hacen, sus objetivos se convierten en los objetivos celestiales y el Cielo ya no se ve tan lejos, porque tienen un poco del mismo ahí en su corazón.

31. (Papá:) ¿Qué significa ver la perspectiva celestial? Antes que nada, conocer la suprema voluntad de Dios para uno, y luego ser fiel a ese rumbo. Optar por seguirlo. Echar mano de la llave del destino y saber sin sombra de duda que están en la Tierra por una razón muy buena y singular y que cumplirán ese propósito. Estar convencidos de que el tiempo que pasan ahí es un peldaño, un terreno de preparación y formación para el siguiente paso, para la próxima vida.

32. La Abuela habló un poco de no ser miopes espirituales. Pues bien, a eso mismo me refiero. En resumidas cuentas, no es cuestión de fijarse en sí mismos y verse únicamente a ustedes y lo que los rodea en este momento; sino de saber que lo que ocurre ahora contribuye a forjar algo mejor, algo grandioso. Es darse cuenta de que el Señor‚ que los ama entrañablemente, tiene grandes planes para su vida que abarcan mucho más que el presente y vivir un día más. ¡Son planes para el futuro!

33. (Jesús:) La perspectiva celestial, en esencia, es Mi perspectiva y Mi meta para ustedes en particular, para Mi Familia y para toda la humanidad. El objetivo celestial es Mi objetivo; lo que quiero que ocurra en este mundo que creé. Es la meta que tengo para la Familia, el objetivo de todo lo que deseo que logre; también son las perspectivas y metas que tengo para cada uno, Mis perspectivas para su vida.

34. Cuando les pido que pongan los ojos en el Cielo, en esencia lo que les pido es que se fijen en Mi perspectiva, que apunten a Mis objetivos y Mi plan supremo y se los recuerden a sí mismos. Mantener los ojos en el objetivo celestial significa muchas cosas. A diferencia de mirar por un telescopio y ver una imagen ampliada de un objetivo muy lejano, ver Mi perspectiva celestial es como entrar a un planetario, mirar hacia arriba y ver las realidades inmensas, ilimitadas y ampliadas del espacio exterior.

35. Poner los ojos en el Cielo significa concentrarse en Mí antes que nada. Anteponer lo espiritual a lo carnal. Recordarse a sí mismos el propósito que tengo para su vida, la razón por la que los creé y los envié a la Tierra. Recordar por qué adopté un cuerpo humano; sufrí y morí por ustedes para redimirlos, comprenderlos y perdonarlos, sanarlos y protegerlos por la eternidad.

36. Significa poner primero la Palabra en su vida, creer la verdad expresada en ella y obrar en consecuencia. Significa entrar cada día al templo conmigo para concentrarse en Mí y apacentarse. Emplear Mis armas y aplicar Mis promesas independientemente de lo que sientan o de las circunstancias físicas.

37. Significa poner los ojos en Mí y negarse a desistir. La mejor forma de poner los ojos en el objetivo celestial, de tener presentes Mis perspectivas, es no apartar la vista de Mí; poner los ojos en Mí. Esa es la esencia de tener presente la meta celestial; mantener la mirada fija en Mí.

*

38. (Jesús:) Un atleta que se entrena con miras a llegar a las Olimpiadas debe tener siempre presente ese objetivo. Tiene los ojos puestos en los Juegos Olímpicos, y eso le ayuda hasta el final de cada difícil y cada agotadora sesión de gimnasia o de práctica. Hace que no tengan importancia la falta de tiempo libre, la fatiga diaria y las noches en que duerme poco. Esa meta‚ esa motivación, se vuelve más importantes que ningún dolor del día. Para sobrevivir esos años de entrenamiento, tiene que considerar valiosa la meta, estar dispuesto a darlo todo por ella. Una vez que determina que vale la pena‚ tiene que luchar por concentrarse en ella y tenerla presente en todo momento.

39. Ustedes deben ver si vale la pena entrenarse para Mí, luchar por Mí. Determinar si vale la pena esforzarse por alcanzar Mis metas. Si vale la pena entregar la vida por Mi propósito. Si vale la pena dejar todo lo demás a fin de alcanzar el premio de Mi Palabra y el cumplimiento de Mis promesas para el futuro. Y una vez que se hayan decidido, luchen por no perder esa motivación. ¡No la pierdan nunca de vista!

40. Muchos de ustedes ya han tomado esas decisiones, pero ahora viene el periodo de tenacidad y determinación, en el que deben esforzarse por no perder la motivación. Ahora deben luchar por mantener los ojos en el Cielo. Lo que eso significa es que, como un atleta, deben entrenarse teniendo Mis objetivos como único incentivo.

41. Yo debo ser lo que los motive a levantarse con entusiasmo por la mañana, listos para encarar un nuevo día. Yo debo ser la razón por la que quieran salir a ganar almas‚ discípulos, obreros con dotes de mando. Yo debo ser lo que los inspire a emplear las nuevas armas y a perfeccionarse en su uso. Yo debo ser el núcleo de su motivación.

42. ¿Hay algunas medidas prácticas que puedan tomar para no perder la perspectiva celestial?

43. —Pónganme primero cada día. Esfuércense por pasar tiempo en el templo conmigo, por tener un apacentamiento espiritual verdaderamente provechoso. Esfuércense por pasar ratos en Mis brazos sin distracciones. Esa es la forma más eficaz de renovarse con Mis horizontes y tener presente Mi objetivo celestial.

44. —Obedezcan Mi Palabra sientan lo que sientan. Deseen agradarme solo a Mí.

45. —Alábenme con frecuencia, con constancia y en todo momento. Nada les despeja los horizontes más rápido que la alabanza. La alabanza hace que Mis objetivos cobren vida para ustedes. La alabanza les abre los ojos a la perspectiva celestial para que les resulte mucho más fácil aspirar a ella, apuntar a ella y luchar por ella. Cuando alaban‚ esa perspectiva se hace más real, y eso hace que su deseo de alcanzarla sea más intenso y eficaz.

46. (Jesús:) La visión celestial‚ como la llamó Pablo, significa proseguir «a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios» (Fil.3:14). Significa hacer de Mi voluntad —Mi supremo llamamiento— su única meta y propósito en la vida. Su única razón de vivir. Todo aquello por lo que trabajan. Lo que persiguen, aquello a lo que aspiran con ansia. Aspiran a cumplir Mi voluntad hasta el punto de considerarlo un premio. No es un premio cualquiera, sino el premio por antonomasia; ¡todo lo que podrían desear en la vida!

47. Como dijo él, es el «supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.» Esas son palabras claves: «Cristo Jesús». Ese supremo llamamiento lo encuentran en Mí; poniendo los ojos en Mí y viviendo en Mí. Ese supremo llamamiento es en última instancia la vocación de vivir por Mí. Toda meta en su vida debe apuntar hacia Mí, lo cual significa poner los ojos en Mí. Mantengan la mirada en Mí para alcanzar su meta, Mi meta para ustedes.

48. (Jesús:) Mantendrán los ojos en la perspectiva celestial tomando decisiones que los acerquen a Mí, a la meta. Es como con los corredores en la pista. El corredor solo puede avanzar hacia donde mira. Si tiene la vista en la línea de llegada, allí llegará. Pero si tiene los ojos en otros caminos que lo aparten de la pista, no llegará a la meta.

49. Si quieren mantener los ojos en la perspectiva celestial en la carrera de la vida, concéntrense en Mí, el Autor y Consumador de su fe, del curso de su vida. Mantengan los ojos en la meta concentrándose en Mí y tomando solo decisiones que sepan que los conducirán a una vida más plena en Mí.

*

50. (Jesús:) Los tiempos se hacen cada vez más tenebrosos, y las batallas espirituales se han vuelto más frecuentes, intensas y agotadoras. Por eso es imprescindible que aprendan ahora mismo a concentrarse en la meta sin que nada los distraiga de ella. Tengan una estrecha conexión espiritual conmigo para tener los ojos en el Cielo en todo momento.

51. Esa conexión la pueden reforzar en los momentos que pasan conmigo y estudiando la Palabra. Refuerzan su resolución espiritual empleando Mis armas y concentrándose en Mi poder. Obtienen ese vínculo más fuerte siendo fieles, obedeciendo y avanzando. Mantienen los ojos en el Cielo acercándose a Mí y familiarizándose más conmigo como Esposo y Amante.

52. Las claves para conservar esa perspectiva están en hacer lo que los acerque más a Mí, lo que acreciente su fe y aliente su espíritu, lo que los acerque unos a otros haciéndolos un solo cuerpo y una sola esposa, lo que los conecte con el plano espiritual y haga lo espiritual más presente en su vida. Así mantendrán los ojos en el Cielo. Así seguirán conectados. Así correrán con paciencia la carrera que tienen por delante, ¡y ganarán (Heb.12:1)!

*

53. (Jesús:) Se les hace cada vez más difícil mantener los ojos en el Cielo porque su mente y corazón están bombardeados en casi todo momento por los efectos de los caminos de Satanás en la Tierra. El mundo espiritual es más palpable‚ está más lleno y es más intenso‚ por lo que atravesarlo o pasar por un lado se hace más difícil. Hay que esforzarse más para conservar una actitud positiva y mantener su espíritu en un plano celestial, en la capa más elevada de las actitudes positivas de Mi Espíritu.

54. En estos momentos se está librando una guerra más intensa en el mundo espiritual‚ porque los espíritus malos luchan contra ustedes, los hijos de David, y tratan de mantenerlos en el nivel de ellos, o por lo menos fuera de Mi nivel, o sin entrar de lleno a Mi plano de alabanza‚ alegría, gozo, paciencia y todo lo que reina en donde habita Mi Espíritu.

55. Ustedes son como un hombre que trata de subir una escalera mientras que las actitudes y los espíritus de Lucifer tratan de agarrarlo de las piernas para tirar de él hacia abajo. Él y los suyos están cobrando más fuerza; tienen más poder y su presencia es más palpable ahora en el mundo espiritual, es más imponente. Ello se debe a que el mundo espiritual y el físico se están entremezclando, y por eso cada vez sienten más los efectos y las batallas del mundo espiritual, pero también obedece a que todos —tanto los espíritus buenos como lo malos— saben que queda poco tiempo, y por eso las batallas son más encarnizadas. En consecuencia, hay que esforzarse más que antes para deshacerse del orgullo y no ceder a él; hay que esforzarse más para deshacerse de sus malas actitudes y alabarme a pesar de todo.

56. Sin embargo, les he dado las armas para derrotar al Enemigo, por mucho que cueste. Pueden desenfundar sus armas en la cara de él y alabarme a pesar de todo, amarme a pesar de todo‚ unirse con sus hermanos a pesar de todo y luchar en oración sea cual sea la batalla, a fin de aguantar, de soportar las penalidades hasta alcanzar la victoria.

57. Por eso es importante que mantengan la mirada fija en el Cielo, que se den cuenta de que me mostraré más listo y hábil que el reino del Diablo y lo desplazaré cuando Yo disponga. De hecho, lo aplastaré, y los reinos del mundo serán de nuestro Señor y de Mí, Su Cristo; y reinaré por los siglos de los siglos (Ap.11:15). Eso es innegable. Está escrito y se hará realidad. Ni una jota ni una tilde de esa promesa fallarán.

58. Por eso es importante que mantengan la mirada fija en el Cielo, porque la época en que vivimos es tan intensa que resulta fácil perderlo de vista y fijarse en los vientos y las olas como Pedro. Apartó los ojos de Mí por un instante y empezó a hundirse de inmediato. Pero cuando alzó otra vez los ojos hacia Mí y clamó a Mí, extendí la mano al momento y lo saqué, y los dos seguimos andando sobre las aguas (Mat.14:25.32).

59. Tienen que poner los ojos en Mí‚ no en los vientos y las olas, no en que Satanás está estableciendo su reino en la Tierra, ante vuestros propios ojos. Están viendo al impío sumamente enaltecido y extendiéndose como laurel verde. Pero recuerden que pasó y, he aquí‚ no fue hallado. Lo busqué, pero no fue hallado (Sal.37:35,36). Eso es ver la perspectiva a largo plazo, poner los ojos en el objetivo celestial, comprender la verdad de Mi Palabra y que al final me apoderaré de la Tierra, instauraré el Milenio y, con el tiempo, crearé un Cielo nuevo y una Tierra nueva, y Mi Ciudad Celestial, donde vivo, descenderá y se posará en la Tierra.

60. Esa es la perspectiva celestial. Es Mi Palabra, tal como se escribió hace miles de años, y la realidad de lo que pasará‚ porque es Mi Palabra de verdad. Eso es lo que deben tener siempre presente y ante los ojos, antes que ninguna otra cosa; el objetivo a largo plazo, la perspectiva celestial de lo que pasará, de adónde me dirijo. Y para no perder de vista ese objetivo, concéntrense en Mí en todo momento. Hagan una pausa y miren con la mente y el corazón, recordando que hay un Dios en el cielo, y que ese Dios soy Yo.

61. Afronten toda situación con alabanza y actitud positiva‚ comprendiendo la verdad de Mi Palabra: ¡que todo en efecto redunda en bien para ustedes! Es la verdad absoluta. La batalla que deben librar es la de considerar todo acontecimiento algo positivo, y mediante la fuerza de su actitud espiritual combatir hasta el final y no rendirse ni perder terreno espiritual hasta que el suceso tenga en efecto un resultado positivo. Y si no ocurre ahora, ante sus ojos, ocurrirá más adelante‚ a medida que ustedes y los demás reivindiquen sus derechos y se aferren al rayo de esperanza que siempre acompaña a las vicisitudes de su vida.

62. Eso es poner los ojos en el Cielo. Y más que ponerlos, ¡es esforzarse por no apartar la vista del Cielo! Es reivindicar sus derechos ante todo el Cielo, haga lo que haga el Infierno en pleno contra ustedes. Eso será lo que hará falta a medida que los malos espíritus obtengan más dominio sobre el mundo físico ante sus ojos; tendrán que esforzarse por que Mis buenas actitudes espirituales dominen a través de ustedes.

63. Es que son Mis soldados espirituales en la Tierra, y cada vez que ven algún suceso malo, o cada vez que pasa algo malo o desalentador, lo convierten en algo bueno dominándolo con una actitud positiva de alabanza y tomando la medida positiva de ponerlo en Mis manos, sabiendo que hago que no haya mal que por bien no venga.

64. Esa es la victoria que vence al mundo: ¡su fe! Y la fe consiste en aferrarse a la verdad de que haré que cada circunstancia los beneficie‚ les parezca lo que les parezca a ustedes. Eso es la fe, y la fe siempre conduce a la victoria. Así de sencillo.

65. Por eso tienen que esforzarse por tener una actitud positiva y mantenerla, haciéndola suya en todo, porque son soldados espirituales que tienen la misión de ayudarme a llenar la Tierra de Mi Espíritu hasta que inunde el planeta y anegue, derrote y aniquile a los espíritus del Enemigo. ¡Hasta que llegue el día en que los mansos reciban la Tierra por heredad y el león se acueste con el cabrito y no se enfrenten más (Mat.5:5; Isa.11:6).

66. Ese día llegará. Mi Palabra lo dice claramente. Y ustedes‚ Mis combatientes del Tiempo del Fin‚ deben mantenerse llenos de fe y aferrarse en su mente y su corazón a la perspectiva celestial, sin dejar que nada la desplace.

67. Tarde o temprano verán que ni siquiera el Infierno en pleno puede hacer frente a esa actitud de su corazón, porque el poder de ella es mayor que todo poder que les plante cara (1Jn.4:4). Porque el poder de esa actitud de fe soy Yo. Reino en el corazón de ustedes, y si me creen y me dejan estar cada vez más presente en sus pensamientos‚ acciones y actitudes, si responden con Mis actitudes, se fortalecerán y volverán más estables y firmes, como una roca inconmovible.

68. Esa es una razón de mucho peso por la que es importante que se ejerciten en el uso de las armas de la alabanza, de amarme, de la unidad y de la hermandad, que empleen las llaves en el combate, y todas las armas espirituales, porque así se hacen más fuertes y serán menos vulnerables, con lo que no los zarandeará cada viento del Enemigo. No se tambalearán al verlo ante ustedes, podrán frustrar sus tretas y sus esfuerzos y sacarlo a patadas de los lugares espirituales y físicos en que habitan ustedes. A medida que lo hagan se apoderarán de esos lugares para que Mi Espíritu reine en ellos. Mi Espíritu reina a través de ustedes, amores Míos.

69. Eso fue lo que hice con Legión. Cuando me acerqué al hombre que estaba poseído por aquella legión de demonios, los reprendí permitiendo que el Espíritu de Mi Padre entrara en ese ambiente espiritual con Mis palabras y acciones. Me apoderé del entorno espiritual y ordené a los demonios que se marcharan (Marcos 5:1-13). Lo mismo harán ustedes.

70. No pierdan de vista el objetivo celestial. Pongan los ojos en Mí. Pongan la mira en lo que estoy haciendo Yo. No titubeen ni desfallezcan ante tantos embates del Diablo a su alrededor. No abandonen, o sea, no me abandonen a Mí. Sigan esforzándose por tenerme presente en sus pensamientos y actitudes, en el primer plano de su mente, y no solo lucharé para obtener la victoria por ustedes, sino para renovarlos‚ revitalizarlos y llenarlos de alivio y reposo de la tensión de la batalla.

71. A medida que pongan los ojos en el Cielo, se renovarán espiritualmente. Su espíritu se nutrirá y fortalecerá y tendrán más fuerzas para triunfar, en vez de quedar agotados al dejar que el Enemigo les quite las fuerzas.

72. El Enemigo está tratando de arrebatarles su visión de futuro. Trata de agobiarlos con tensiones‚ problemas, ajetreo y actitudes negativas que secarán su espíritu hasta dejarlos sin fuerzas. No perder de vista la perspectiva celestial significa no permitirle que haga eso, sino alzar los ojos, la mente, el corazón y los pensamientos a Mí. Significa tomar el lugar que les corresponde a Mi lado en sus pensamientos, perseverando en Mí en sus pensamientos, viviendo inmersos en Mi Palabra, empleando el arma de la alabanza, manifestando gratitud por todo lo que les ocurra y sabiendo que obtendré la victoria para ustedes si no apartan sus ojos de Mí ni su actitud de Mi Reino.

73. Si no apartan su actitud de Mi reino, o sea, si mantienen su actitud llena de los frutos de Mi Espíritu, como el gozo, la felicidad, la alabanza, la abnegación‚ la paciencia, el amor y la humildad de mente‚ corazón y espíritu, si mantienen su actitud centrada en esa realidad, nada podrá con ustedes. Se fortalecerán con cada batalla y con cada victoria.

74. Perseverarán hasta el día en que me vean cara a cara y diga a cada uno: «¡Bien, Mi valeroso soldado que lo entregó todo por Mí! ¡Entra en Mi pleno gozo y recibe todos los frutos de Mi Espíritu! Grande es tu recompensa por ser tan fiel. Se prolonga por la eternidad y te permite acceder sin restricciones a Mi Reino, como uno de Mis honrados soldados del Fin‚ que despreció su vida hasta morir y obtuvo su puesto por la palabra de su testimonio y la sangre del Cordero.»

75. ¡Me refiero a ustedes, Mis amores! ¿Se dan cuenta de lo que les ofrezco? ¡Galardones eternos y un lugar de honor en Mi Reino! Y deben tomar posesión de ellos ya echando mano de la visión celestial y no perdiéndola de vista por nada. Si se aferran a su fe y a la realidad espiritual como a la perla de gran precio que vale la pena conservar aunque dé la impresión de que con ello se pierde todo lo demás, esa fe, como el genio de la lámpara, se convertirá en lo que les haga ganar cada batalla y los traiga a Mi Presencia.

76. Ese, amores Míos, es el poder que se obtiene al poner los ojos en el Cielo. ¡Háganlo, pues! No se dejen disuadir por nada. No abandonen ese objetivo, y no los abandonará. Pronto llegará el día en que reinemos juntos en la Tierra. Los amo. (Fin del mensaje.)

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Compiladas a partir de Cartas recientes

(Papá:) ¡Perseveren! ¡No abandonen! ¡No pierdan la corona! ¡Peleen la buena batalla! ¡Ganen la guerra y recibirán su condecoración! ¡Grande es su galardón en los Cielos! Grande es el premio de los que triunfan, de los que combaten hasta quemar el último cartucho. ¡Sé que cuesta mucho! ¡Sé que es una lucha! Pero miren, yo peleé, yo libré la batalla, y ahora he comprobado que sin duda alguna vale la pena. ¡Porque las recompensas superan con creces todo lo que alcancen a pensar o imaginar! (CM 3037:29, BN 669.)

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(Jesús:) Retén lo que tienes‚ para que ninguno tome tu corona, y nadie lo hará; siempre y cuando te aferres a ella y la guardes en tu posesión. Siempre tienes la elección de renunciar a tu corona o aferrarte a ella.

Por eso he dado visiones del futuro, para que tengas los ojos puestos en eso, persigas ese objetivo y seas un vencedor. Así un día te diré: «Bien, buen siervo y fiel; entra en el gozo de tu Señor.» Incluso ahora puedes tener esas alegrías, si no permites que el Maligno te las arranque, porque Yo las doy en abundancia. Te doy alegría y felicidad ahora y por la eternidad. Puedes tenerlas ahora si tienes fe y confías en lo que Yo te doy. Si vives conforme a Mi Palabra y la obedeces, verás las recompensas y cosecharás los beneficios. ¡Sabrás que ha valido la pena el esfuerzo! (CM 3219:59,60, BN 821.)

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(Jesús:) Si mantienes la mirada fija en Mí, las cosas de esta vida empequeñecerán. Perderán valor todas las presiones que sientes, todos los problemas que te rodean‚ todos los ataques del Enemigo, lo que el Diablo intenta arrojarte a fin de perjudicarte. A la larga, esas cosas ni siquiera serán relevantes porque sabrás que puedes acudir a Mí en busca de una solución. Puedes acudir a Mí para que te dé las fuerzas que precisas‚ el valor, la paciencia o lo que sea que te haga falta para vencer los diversos obstáculos. Tendrás todo eso a tu disposición, y lo sabrás. No te preocuparás ni te sentirás en tensión, porque sabrás que puedes llevarme a Mí esas cargas y presiones y Yo te sustentaré y te daré las fuerzas que te hagan falta. (CM 3219:68, BN 821.)

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(Jesús:) Así como Mi Padre se sentía orgulloso de Mí‚ Yo me siento orgulloso de vosotros, amados Míos. Os amo. Cuando os digo que os comprendo, no os quepa duda de que es así. Yo también experimenté pruebas y tentaciones, me cansé y sentí fatiga. Pero Mi Padre me dio siempre fuerzas para seguir, del mismo modo que Yo os las doy a vosotros cuando ponéis los ojos en Mí. Ya falta poco para que estéis conmigo en el Cielo, Mis amores, y ya no tendréis que pasar nunca más por esas pruebas tan duras de la Tierra. [...] Sabed, amados Míos, que aguardo con gran ilusión nuestro reencuentro en la morada celestial. Os digo todo esto ahora para que mantengáis los ojos en el Cielo y sea ello vuestra fuerza impulsora en los días venideros. Ese fue en verdad el secreto que me permitió conservar la victoria: no podía apartar los ojos del Cielo. Tuve que poner el rostro como un pedernal y vivir teniendo siempre delante de Mí la visión del Cielo; eso fue lo que me sacó adelante.

Así pues, ¡alzad la vista, amados Míos, que ya falta poco para que volvamos a estar juntos en nuestro Hogar celestial! ¡Ese sí que será un gran día! ¡Cómo crece Mi amor por vosotros! Por tanto, inspiraos en este amor, y que él os sostenga en los días que se avecinan, al igual que Yo‚ cuando anduve en la Tierra, aprendí a inspirarme en el amor de Mi Padre y ese amor me sostuvo hasta el fin. Me ayudó a seguir adelante, hasta que llegué al Cielo. Mi amor hará lo mismo por vosotros en tanto que dependáis de Mí y sea Yo el que os saque adelante. (CM 3226:28-30, BN 827.)

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(Jesús:) Si me pides que te ayude y te esfuerzas por cambiar de mentalidad, tu vida no será todo tristeza ni tratar de mantener u olvidar los muchos sacrificios que trae consigo. Dispondré las cosas de forma que seas muy feliz y tengas lo que necesites‚ y hasta te recompensaré con más premios. Te olvidarás de los sacrificios, pues te los pagaré con creces. Y recuerda que cuando te devuelvo tanto que ya no te parece que fue un sacrificio, eso no es más que un uno por ciento de tu recompensa. Prometo devolverte el ciento por ciento, ¡así que todavía te queda mucho, mucho más! Me encanta malcriar a las esposas que me lo dan todo. (CM 3379:218, BN en línea nº2.)

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(Mamá:) Jesús nos tiene reservada a cada uno una hermosa corona‚ y no es una corona que decidamos tomar o dejar cuando estemos cara a cara con nuestra muerte terrena o en el momento en que seamos llamados a ser mártires. Es una corona que tenemos que desear cada día de nuestra vida. Es una corona por la que tenemos que estar dispuestos a luchar, aunque solo sea por fe. Es una corona por la que elegimos sacrificarnos, pues estamos convencidos de corazón de que vale la pena y sabemos que Jesús cuenta con que la aceptemos.

Muchas veces nos imaginamos la corona como algo vistoso, bello y dorado. Pero en la vida diaria se traduce en trabajo arduo, en sacrificio, en morir cada día y tomar nuestra cruz y servir a Jesús pase lo que pase. Aferrarse a la corona no es una decisión que se tome una sola vez en la vida. Cada día sin falta tenemos que decir: «Sí, quiero mi corona. No voy a renegar de mi fe; sino que me entregaré de lleno, ¡cueste lo que cueste!» Y a veces cuesta mucho; no siempre es fácil. Cada día tenemos que decidir someternos‚ entregarnos y luchar por nuestra corona, por seguir haciendo la voluntad de Dios, ¡Su plan supremo y más excelente para nosotros!

¡Todos tenemos que luchar por nuestra corona! Esa muerte diaria y esa decisión continua de tomar nuestra cruz para seguir a Jesús es lo que resulta en esa corona. Puede que nunca veamos nuestra corona con los ojos físicos‚ así que no solo hace falta luchar, sino también tener fe, aguantar y no darse por vencido. ¡Pero vale la pena‚ y más! Como dijo Papá: «No hay corona sin cruz, no hay testimonio sin dificultad, victoria sin batalla ni rosa sin espinas. Gloria a Dios‚ para eso se alistaron al ejército: ¡para luchar y vencer! Cada prueba, cada batalla, cada dificultad valen la pena. ¡Desde luego que sí!» (CM 551:133-134.)

¡Gracias por aferrarse a su corona con todas sus fuerzas, poder y espíritu! «¡Corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el Autor y Consumador de la fe!» (Heb.12:1-2.) (CM 3465:5-8, BN 1053.)

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(Jesús:) Los honores y galardones que se otorgan en el Cielo a Mis esposas que me sirven con toda su vida, corazón y espíritu mientras están en la Tierra son indescriptibles. Todos los habitantes del Cielo que presencian la llegada de uno de Mis siervos fieles, de uno de Mis hijos de David, saben que honro de una manera muy singular a ese hijo de David. No hay forma de negarlo.

 A quienes traspasan las puertas del Cielo después de haberme servido bien en la Tierra durante muchos años se les tributa gran honra y honor. Tanto que se quedarán atónitos y se sentirán humillados por ello. No es que vayan a pasar vergüenza‚ sino que estarán admirados y no sabrán qué decir ante lo que verán, sentirán y conocerán en ese instante. (CM 3465:5-8, BN 1053.)

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(Jesús:) Vivir para el presente siempre es mucho más fácil que para lo eterno. Ustedes están atados a la Tierra. Tienen un cuerpo débil y frágil‚ y les cuesta ver más allá de sus circunstancias actuales. Quieren divertirse, que reconozcan de inmediato lo que valen y disfrutar del presente.

Pero bienaventurados son los que viven y trabajan para el mundo eterno del mañana, los que invierten en él sirviéndome, amándome y viviendo para Mí. Es una obra que no siempre rinde frutos inmediatos o perceptibles, pero que durará para siempre‚ de la cual se enorgullecerán por la eternidad, y que les dejará un legado de amor y generosidad que nunca les pesará. (CM 3465:56-57‚ BN 1053.)

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(Jesús:) Como lo han oído en tantas ocasiones, [hay] premios a la fidelidad. Cuando se entregan al 110% por Mí, se les da un gran honor en el Cielo.

Cuanto más den para Mí durante su misión en la Tierra, mayor será su recompensa de honor, a más lugares podrán entrar y mayor será su nivel de autorización a los diversos aspectos del plano celestial.

No hablo de una sociedad sin clases, pues, como les decía su padre David, en el Cielo habrá resplandecientes y avergonzados. Habrá algunos que hicieron muy poco, para los cuales la salvación fue una salida de emergencia; esos no serán objeto de grandes honores. Para ellos el Cielo será un lugar hermoso y gozarán de muchas emociones y éxtasis, pero no podrán acceder a los niveles más elevados hasta que se ganen un lugar entre aquellos a los que se haya concedido ese honor.

Todo esto forma parte de las recompensas del Cielo. Cuanto mayores sean los sacrificios, mayores serán sus recompensas. Los premiaré en esa medida. Los que alcancen un gran honor ante Mí podrán acceder a lugares a los que muy pocos pueden entrar.

No distribuyo los premios a todos por igual, porque no sería justo para los que hayan dado más o los que hayan dado menos. Lo hago conforme a sus obras, su fidelidad, su obediencia y su abnegación. Ciertamente hay niveles de premio en el Cielo, y se accede a ellos según la fidelidad y los sacrificios que hagan. (CM 3573:177-182, BN 1160.)

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(Jesús:) El que persevere hasta el fin recibirá una corona de vida. No es la salvación, sino una corona singular.

Las aguas del Río de la Vida brotan del trono del Padre y llevan mucho poder y ungimiento. Y las coronas de vida son un tesoro celestial que emana del corazón mismo del Padre.

Esas coronas se cuentan entre los dones más estimados del plano espiritual. Cada corona de vida lleva consigo el espíritu mismo del Padre, que infunde vida, poder‚ sabiduría, fuerzas y muchísimo más. Es un galardón que no solo desean y tienen en gran estima los que han vivido en la Tierra, sino todos los habitantes del mundo espiritual. Es una recompensa que se entrega a quienes se niegan a detenerse a pesar de tropezar y caer a veces. Se niegan a rendirse. Es un premio que se entrega a quienes siguen adelante día tras día haciendo lo que puedan por elegir el camino que perciben que les indico.

Cada día que los hijos de David siguen adentrándose unánimes en la batalla, entre su humo y su fragor, es un día que los acerca más a su corona de vida.

En los tiempos tenebrosos que se avecinan, esa corona de vida que tendrán ante ustedes será una fuente de motivación, gozo y convicción. Habrá ocasiones en que no les queden fuerzas, pero mirarán hacia arriba y esa corona los motivará a seguir luchando. Conforme se entenebrezcan los días‚ resplandecerá más vivamente su luz.

Este tesoro celestial se hará más visible para ustedes a medida que se acerque el Fin. Su razonamiento carnal no podrá describirlo, pero su espíritu lo percibirá. Los motivará cuando los invada el desespero. Les infundirá poder cuando no les queden fuerzas para dar. Los impulsará cuando las montañas les parezcan inconquistables. Y más que nada les infundirá visión de futuro cuando nada que su mente comprenda o sus ojos vean les infunda esperanza.

Lo único que tiene que hacer cada uno de ustedes es levantarse por la mañana y poner el corazón, no en lo que tenga que hacer en el plano físico‚ sino en esa corona, y nada más importará. Nada podrá derrotarlo. (CM 3555:257-260, 264, 267-268, BN 1143.)

© La Familia Internacional, 2006